En cada sombra que el recuerdo traza,
te busco, amor, en el rincón más hondo.
Tu ausencia, un eco que la calma abraza,
dolor sutil que se desata en el fondo.
Aún me persigue tu sonrisa disimulada,
un misterio fugaz que el tiempo no borra.
La luz de tu mirada, tan clara y pensada,
la inteligencia que en tus ojos aflora.
Fuiste la brisa que mi rumbo movía,
la voz serena que el silencio rompía.
En cada idea que tu mente tejía,
mi alma, rendida, su universo sentía.
Hoy, solo queda el vacío de tu huella,
un lienzo en blanco donde fuiste estrella.
Pero vive en mí esa chispa tan bella,
la luz de tu adiós, mi eterna querella.
Y así te guardo, lejos de este umbral,
en cada verso que mi pluma llora.
Tu espíritu libre, un faro inmortal,
la amada que partió, y aún me atesora.
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