No vine a quitarte nada. Vine a devolverte la mirada que perdiste. Vine porque, en el fondo, sé lo que necesitabas sin haberlo pedido. Lo veía en tu mirada.
Vi tu risa cansada, esa que se esconde detrás del “todo bien”. Vi tus gestos que piden pausa aunque tu voz diga “sigo”.
No vine a ocupar un lugar, vine a sostener el que olvidaste. A ser abrigo sin exigencia, presencia sin ruido.
Vine porque tu luz merece espejos limpios, no vitrinas rotas.
Vine porque tu ternura no debe mendigar atención, sino danzar libre, como el río que no pide permiso.
No vine a interrumpir tu historia, vine a susurrarte que aún puedes reescribirla. Que hay páginas nuevas esperando tu tinta.