Un nuevo amanecer
después de un negro anochecer,
una risa sonora, para olvidar a ese amor que me atormenta.
Y que se desliza por mi mente,
sin ni siquiera estar presente,
que me deja desarmado,
cada vez que aparece.
Intentando alumbrar aquellos días grises,
grises porque ella mismo los volvió así, fríos y tétricos.
Con sus acciones de desplantes.
Y su actitud evasiva y un tanto egoísta,
con sabores de caricias prestadas,
y que poco tiempo después, fueron abandonadas.
Por no dar el paso preciso,
y llegar a la situación,
de arrinconar a un corazón,
y llenarlo de muchas cicatrices.
Por dar la apariencia de mujer perfecta,
y evitar ser señalada por la sociedad,
aunque por dentro su conciencia este llena de soledad.
Soledad que la conozco demasiado bien,
pues ha sido mi compañera por largas noches,
tratando de acostumbrarme a su ausencia.
Pues nada me daba alegrías,
de saber que esta vida mía,
era un capricho más, de sus andaditas.
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