De que sirvió quererte, si cuando más te necesité, no pude retenerte, aún cuando tu ausencia me causará la muerte, más pudo tus ganas de marcharte, que no pude detenerte.
Y así cruzando el umbral del destino,
tomaste por otro camino,
aquel que estaba muy distante de lo que deseábamos,
y te fuistes sin ni siquiera pensar en lo que nos amábamos.
Como duele esta partida,
que me produce una profunda herida,
motivada por este instante no esperado,
sabiendo que teníamos dos corazones enamorados.
Vivir con esto es muy tormentoso,
mis días son con tinte doloroso,
trato en vano de no recordarte,
como lo hago, solo me enseñaste a amarte.
Más así me refugio en las letras,
y hago de mi mundo una idea perfecta,
con la leve esperanza de volver a besarte,
aunque sea un istante y volver a conquistarte.
Las flores de mi jardín se han marchitado,
desde el momento mismo que te has marchado,
hasta ellas se han percatado de tu ausencia,
pues eran parte de la historia, tu sola presencia.
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