Te veo al despertar cada mañana
en la mariposa que se posa sobre mi ventana
en la mirada inocente de un niño
en las flores que encuentro por el camino.
Te veo en la frescura del campo y su naturaleza
en el horizonte de cada atardecer y su belleza
en le recorrer de las aguas un rio
en el silbido del viento.
Te veo en aquí conmigo
donde no existe el mañana
y cada objeto te extraña
tu aroma está en todas partes
sin ti no hay ahora, ni después ni antes
es el sabor de tus besos
que los siento aquí dentro
como marcados en mis labios
como tatuados en mi alma
escondidos en un rincón
que me roban la paz
que me roban la calma
y aceleran mi corazón
por el pesar de no verte jamás.
Te veo en los pétalos de una rosa
o en el canto de las aves
en la caricia suave de la brisa
en un lamento o en una sonrisa.
Te veo en la inmensidad el mar
en el amanecer de cada despertar
en las nubes que cubren el cielo
te siento aquí, donde mis sentimientos están por el suelo.
Te veo en todas partes
y no sé exactamente cuándo dejaré de pensarte
si el tiempo cura todas las heridas
espero algún día, asimilar tu partida
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