jueves, 15 de junio de 2023

La abeja y el abejorro

 Había una vez, una abeja muy hermosa 

y un abejorro se enamoró de ella

el soñaba con llevarla a las estrellas

aunque sabía que el viaje sería una epopeya.


Aún así el la amaba con toda su alma

ella de colores intensos, deslumbraba por dónde aleteaba

el abejorro se enamoraba cada vez más 

y aunque ya habían copulado por ocasiones

el quería tenerla para siempre a su lado.


Ella era perfecta, y el abejorro se sentía contento 

y decía para sus adentros, al fin la vida me da lo que merezco

el romance iba viento en popa, aunque eran difíciles los encuentros, pues ella pertenecia a su colmena

mientras que el abejorro era de otra especie.


Con aleteos y bailes insinuosos, la abeja lo animaba a qué la amara

eran tiempos de gloria, cuando coincidían y copulaban 

no les importaba que el viento soplará fuerte

ellos se juraban a mor hasta la muerte.


Luego de un tiempo, vino una peste

que los obligó a quedarse en  sus guaridas

y solo se comunicaban por telepatía

pues al exterior salir no podían.


Después que paso la peste, se juntaron una vez más

y fue algo apoteósico, que no lo olvidarán jamás.

aunque desde ese momento, la relación de fue enfriando, y la abeja se puso a buen recaudo

ya no quería seguir estando con el abejorro 

aunque el hacía de todo para animarla.


Se pusieron en modo espera, como si la abeja ya no quisiera

y de vez en cuando se veían, aunque ya la chispa no existía

el pobre abejorro, siempre la recordaba

pero la abeja ya casi no le importaba 

pues tenía en su colmena, alguien que le coqueteaba.


Pasado un buen tiempo, el abejorro seguía enamorado 

y la abeja se fue desinteresado, pues sus silbidos ya no le importaban

y se dedicaba a reinar en su colmena, aunque sabía que el abejorro moriría de pena.


Cierto día el abejorro se aventó a visitarla 

y llegó hasta la puerta de la colmena, y tocó la puerta 

aunque nadie salió, el igual entró, allí estaba la abeja, con su pareja, disfrutando de una comida

presurosos lo invitaron a cenar, aunque el se quería marchar.


Y así transcurrió mucho tiempo, el le enviaba mensajes en clave 

ella los descifraba, y al contrario de molestarse

le daba espacio para que soñara

aunque ya no copulaban, el en su nido la extrañaba.


Y deseaba que pudieran tener una cría

aunque los dos a especies  diferentes pertenecían 

el terco abejorro, le llevaba regalos y se daba el modo 

de estar a sus lado, aunque ella todo lo disimulaba 

para no ponerse en evidencia, que por dentro aún lo amaba.

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