Cuando llegaste a mi vida, esta era un verdadero desastre
andaba sin rumbo, sin ideas, solo vivía por vivir, no había nada que me motivará.
Hasta que apareciste y la cambiaste por completo, me diste ese incentivo emocional que necesitaba
y paso a paso te metiste en mi corazón
que sentía que, por ti, este latía
fueron momentos apoteósicos, aquellos que disfrutamos a escondidas
donde dejamos de lado la cordura y nos comportamos como adolescentes enamorados.
A pesar de correr muchos riesgos, pues tú siempre estabas controlada, aun así, nos dábamos nuestras escapadas, donde dejamos en la piel, todo aquello que pudimos, como hombre y como mujer.
No había reloj que nos marcará el tiempo, ni espacio que se interpusiera en nuestro camino
soñábamos con aventuras extremas
que dejábamos volar la imaginación y que está nos dirigiera.
Sabíamos perfectamente que estábamos haciendo algo prohibido, más los momentos y deseos que vivimos, no permitían medir las consecuencias, que podrían conllevar aquellas emociones, que tiempo después, se adueñaron de nuestros corazones.
Nos enamoramos, y eso permitió entregarnos más de lo que debíamos, hicimos de este idilio, un acto de amor extremo.
Tú exponías tu carrera y tu bienestar, yo me nutria de esa pasión y conocimientos, nada era más importante que poder estar dentro d cada uno de nosotros.
Este sentimiento ha ido creciendo, y a pesar que perteneces a otra estancia, llevas dentro eso que nos enamoró y que nos hizo más cercanos.
Muchas veces has intentado alejarme, con el pretexto de que sea feliz en otra parte, no ha funcionado, todas las veces que lo hemos intentado, nos acercamos más y nos duele alejarnos.
Cómo lo mencionas en ocasiones, esto que tenemos es más que físico o emocional, hemos construido un nexo que nos lleva a dimensiones que no pensábamos encontrar.
Tus gestos, tu sonrisa, tu inteligencia, tu frialdad muchas veces, tus ocurrencias y por mi lado mi impaciencia, mis locuras, mi pasión desmedida, mis poemas, y hasta las más inverosímiles situaciones que creamos, con tal de estar cerca, que muchas veces parecieran que es masoquismo, pues nos ha tocado compartir mesa entre tres, y la situación se vuelve tensa, pues de sobra sabemos que allí hay alguien de más, pero que no tiene la culpa de haber llegado primero que yo, y que quizás no imagina todo aquello que sentimos los dos.
No es una carta de despedida, es solo una remembranza de nuestra vida, aquella que por ahora la tenemos así compartida, entre paredes diferentes, y escondiéndonos de la gente, que los dos sabemos que nos deseamos, que quisiéramos estar solos los dos para amarnos, más este amor es así de tormentoso y no sabemos si resistiremos vernos en brazos de otra persona sin sentir esa sensación de celos, que quizás se podría llegar a pensar, que es lo mejor, para evitar ser descubiertos y llegar a dañar a las personas que queremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por leernos