sábado, 1 de julio de 2023

El sonido de lo prohibido

 El sonido de tus tacones

desvió mi mirada, sin malas intenciones

solo fue un instante, y quedé como hipnotizado

al observar aquella hermosa figura, sobre los zapatos que me habían alterado.


Luego del primer impacto, quedé sin poder decir nada

y te juro que no sabía qué me había llevado a ese sitio, aquella mañana

una sola vez fue suficiente

para que no te pueda sacar de mi mente.


Belleza extrema, mezclada con inteligencia

algo poco común, pero que marcó la diferencia 

en tu caso particular, denotaban esa avasalladora hermosura 

que era imposible no fijarse y perder la cordura.


Me sentía en el paraíso, sin haberme transportado a ninguna parte

eso no fue necesario, pues allí mismo me quedé idiotizado ante esa obra de arte

mi corazón latía como un tambor, y no quise quitar la mirada y perderme aquella ocasión 

de observar de cerca, esa hermosa creación.


Días después, te convertirías en mi amante 

y no solo en cuerpo como es costumbre, sino como los amores de antes

con poesía, música y detalles, que elevaron la categoría de nuestro romance

que lo disfrutamos sin resistencia ni prejuicios, de saber que te podrías delatar en algún instante.


No dejamos sitio sin recorrernos, parecía que desgastaríamos la piel 

de tantos besos y caricias, que estábamos a punto de enloquecer 

sin medir tiempo ni distancia, hacíamos de nuestro cuerpo, una hoguera 

que era imposible apagarla, aunque de verdad leña ya no hubiera.


Sentíamos que tocábamos el cielo, algo que no se hace estando cuerdo 

más nosotros entrabamos en éxtasis con nuestros cuerpos 

que la luna se quedaba observándonos nuestra lujuria 

que parecía no tener fin, cada vez que las ganas, nos ponían en penurias.


Y así fue nuestro romance prohibido, que dejamos el alma en cada encuentro

y sentíamos que algo se moría, cuando nos despedíamos en su momento

nuestros besos eran de sabores inimaginables

que aun ahora, los llevo en los labios, como algo incomparable.


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