Los sentimientos no tienen fecha de caducidad
aunque si el dolor, pues este puede transformarse
o migrar a otra dimensión, aquella que le de esperanza al corazón
de poder sentir ese latir, que sintió, antes de empezar a sufrir.
Y no se trata de seguirse flagelando por un amor perdido
pues estos son solo momentos fugaces que ya no están a nuestro alcance
y que seguramente en algún otro instante, nos visitaran de vuelta
camuflados en otros momentos, más fríos o más intensos.
Para eso debemos de ser lo bastante certeros, para no sumergirnos nuevamente
en el submundo de los desaciertos, y llegar a llorar nuevamente
pues sería como tropezar con el corazón en las manos y el alma rota
y nada justificaría que seamos derribados conscientemente.
No venimos a esta vida, solamente a sufrir, venimos a ser felices
a transformar los dias grises, en dias de colores intensos
a cambiar lagrimas por risas, amargo por dulce
sensaciones de recuerdos ingratos, por espacios placenteros.
Que nos den paz, tranquilidad y sosiego
para sentirse seguros de lo que tenemos, lo que queremos y lo que vivimos
no basta con tratar de olvidar o enterrar el pasado
se trata de vivir en abundancia de felicidad y bienestar.
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