Tu mirada inquieta
esquivaba la mía
y de pronto yo sentía
que tratabas de fundirla con la mía.
¿Acaso te saltaron las dudas?
y te hiciste esa complicada pregunta
¿que hago allí?
Más esa dudas puede que sean valederas
al experimentar un cosquilleo
cómo cuando eras adolescente
y allí mismo, estando presente
te provoca miedo, dentro de ti.
Y comprensible, que después de más de veinte años
tengas un cita como las de antaño
con rosa y galantería
con beso en la mejilla
y suspiros escondidos
y el pensar que ya cruzando la barrera de los 60
ya no estás para andar con este trajín.
Pues sin pecar de optimista
hoy cuando tus labios dibujaron una tierna sonrisa
comprobé que aún tienes mucho amor por compartir
y varias aventuras por vivir.
Sentir tu piel cálida y suave
que con tan solo un leve roce, mi corazón se agitó por completo
y se sintió más que complacido
de haber estado acompañado, contigo.
Para volver al camino de lo compartido
no importan la edades
sino solo aquello que estemos dispuestos a vivir
entre dos personas que les queda mucho por compartir.
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