No es azar si lo pienso, no es magia si sucede. Es que el alma llama y el mundo responde cuando la intención se convierte en raíz.
Hay pensamientos que no se quedan en la mente, sino que germinan en la tierra como semillas invisibles que esperan su estación.
A veces basta con sentir para que algo se mueva. A veces basta con nombrar para que alguien regrese.
No es coincidencia si duele, ni casualidad si se repite. Es que el corazón tiene su propio lenguaje, y el universo lo entiende sin palabras.
Yo cultivo mis causalidades como quien siembra luz en medio de la niebla. No para controlar el destino, sino para honrar lo que merece ser.
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