4 noches fueron suficiente,
para que ella me siguiera necesitando,
para que nuestro amor siguiera transitando,
por el sendero de aquello, que los dos estábamos necesitando.
Cuatro noches fueron suficiente,
para que su mirada volviera a buscarme,
para que el amor, sin prisa,
retomara el camino que ambos deseábamos.
Cuatro lunas bastaron,
para que el silencio se llenara de promesas,
y el roce de sus manos
volviera a encender las certezas.
Cuatro noches, y el destino se hizo suave,
como el susurro que se queda en la piel,
como el abrazo que no se explica,
pero que todo lo vuelve a creer.
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