El invierno frío, muerde como lobo hambriento,
tan fuerte que por dentro siento,
que tu ausencia es igual a la fuerza del gran viento.
Aún así, te llevo en mis pensamientos,
que de repente me atormentan con remordimientos,
al sentir que al extremo estoy viviendo,
al recordar todos nuestros bellos momentos.
Las noches se alargan como sombras eternas,
y cada estrella parece un suspiro que espera.
El hielo se aferra a mi piel cansada,
pero tu recuerdo me abriga como llama callada.
Camino entre calles de silencio y escarcha,
donde el tiempo se detiene y la soledad me abraza,
pero en cada rincón de la memoria florece
tu sonrisa, que al invierno desvanece.
Sé que tras la tormenta despierta la aurora,
que la primavera aguarda paciente en la demora,
y aunque el frío me cubra con su manto severo,
tu amor late en mí, constante y sincero.
Así, entre sombras y frío persistente,
camino con tu nombre latiendo en mi frente,
porque aunque el invierno intente quebrar mi destino,
sé que en tu amor hallaré siempre el camino.
Y cuando el sol regrese con su canto,
cuando la tierra se vista de verde manto,
será tu abrazo la estación verdadera,
la promesa cumplida, la vida entera.
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