En el puerto de mi alma,
siempre habrá cabida para tu barca,
no importa que esté a la deriva,
ven a mi puerto, yo te daré la bienvenida.
Y si en trayecto te azota el mal tiempo,
déjate llevar por la corriente,
que yo estaré siempre pendiente,
para ir a tu rescate para que llegues a puerto.
Este no es una travesía más de tu vida,
es el viaje que no tiene adiós ni despedida,
pues al anclar en mi puerto,
estarás segura, y no como en mar abierto.
acodera tu cuerpo en mi escotilla,
deja por un instante que yo tome el timón,
y darle un gran alivio a tu corazón,
para que pueda descansar y entrar en razón.
Este puerto que te ofrezco,
no es uno más de los que por allí existen,
es el que por ti ha estado esperando,
y al cual yo también pertenezco.
Atrás deben quedar las heridas,
esas que fueron provocadas por otras partidas,
y el de haber naufragado en mar abierto,
y no poder salir airosa, ni que nadie vaya a tu encuentro.
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