Y el silencio de la noche, fue interrumpido por un gran gemido
aquel que por mucho tiempo había contenido
para no delatarse delante de los vecinos
o simplemente, porque no se lo habían permitido.
había muchas interrogantes, del porque se reprimía los gemidos
o talvez no habría conseguido
que llegue el hombre que la hiciera vibrar, que la hiciera disfrutar
que hurgara dentro de ser, que la haga explotar.
Que tocase su alma con guante de seda
que le diga al oído, ¡ese vestido, que bien te queda!
o que sencillamente la llene de besos apasionados
y que no la deje como un objeto en un rincón abandonado.
Ese gemido fue demasiado intenso, que el mismo cielo respondió con un trueno
debió de ser sublime aquel amor, debió ser amor del bueno
luego vino el gran éxtasis, de probar la miel del encanto
aquel que la llegara a deleitar, con gran pasión y llegar hasta el llanto.
Pero ese llanto era de placer y de ternura
no como otras lagrimas derramadas que eran solo amargura
ahora sentía placer al estar entre esos brazos
que fueron creciendo poco a poco unos lazos.
Lazos que la aprisionaron suavemente
que la hicieron soñar con el amor nuevamente
que la dejaron extasiada por el momento
esperando con ansias, el próximo encuentro
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