Y su alma estaba ceñida a la mía
así lo sentía, cada instante que vivía
que me dejaba el tatuaje de su figura
y una leve parte de su hermosura
Su alma era ligera, la podía sentir
sin llegar a lo vulgar, me animaba a transgredir
a realizar cosas que no imaginaba
momentos que solo los soñaba.
Y que muchas veces me cohibían
al escuchar lo que los demás decían
y me detenían de forma abrupta
por no parecer un ser de mala conducta.
Y no por hacer algo indebido
sino más bien por hechos que eran considerados prohibidos
que nos dejaban con las ganas de disfrutar del placer verdadero
de aquello que nos llenaba el espíritu aventurero.
Mas nosotros nos íbamos por la cornisa
sin considerar las miradas hipócritas que te reciben con una sonrisa
y te hacen pedazos cuando les das la espalda
y te señalan con el dedo por aquella que es considerada una falta.
Pero eso solo nos lo permitimos
porque sabíamos desde el principio, lo que quisimos
juntar nuestras almas enamoradas y llevarlas ceñidas a nuestras vidas
aunque esta relación, no era bien recibida.
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