Con el corazón agitado, después de tu partida
aquella que fue rápida y repentina
que no me dio tiempo a despedirme
y por lo menos la bendición pedirte.
En medio de la tristeza que me invade
llegan a mi mente, todos aquello recuerdos
que sembraron en mí, los más grandes de los conceptos
amar al prójimo, sin mirar si tiene o no defectos,
Cada año de tu ausencia, hacen mella en mi vivir
desde el día que dejaste de existir
llevo un nudo en la garganta
que me aprieta y poco a poco me mata.
No basta con recordarte en días festivos
lo hago también en aquellos que me son esquivos
donde me invade el dolor y la nostalgia
de poder abrazarte cuando llega el alba.
Mi corazón se acongoja, con cada recuerdo de tu existencia
que quisiera que estuvieras viva y en mi presencia
para colmarte de besos y cariños
y que me hagas dormir en tus brazos, como cuando era niño.
Tus manos eran de seda, y tu alma de algodón
fue la época más hermosa, que pudo sentir mi corazón
aquella donde me guiabas por el buen camino
y que, a pesar de ser rebelde, me dejaste ser feliz y labrar mi propio destino.
Hoy y todos los días
te recuerdo con infinita alegría
así como tú lo hacías
siempre de buen humor
un abrazo hasta el cielo, madre mía.
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