Tus silencios y mis miedos
se unieron, y fueron un verdadero enredo
tú te quedabas callada
y yo quemándome en mi propio fuego.
Luego hacías como que no veías nada
que lo mismo te daba si me quemaba
yo trataba de mitigar tu impavidez
y echaba pa` la calle, a calmar tu insensatez.
Los días pasaban y tu impávida seguías
lo mismo te daba saber lo que yo quería
dabas por sentado que ya habías cumplido
al permitirme a tu lado, haber dormido.
Mientras tanto, en la calle estaba ella
que me regalaba cada noche un manojo de estrellas
al seducirme alocadamente con sus caricias
aquellas que las hacia con mucha pericia.
Y los silencios de repente, se convirtieron en miedos
y tomaste rumbo detrás de mis pasos
como intentando saber qué hacía en esos ratos
donde me perdía en su cama
de aquella que dejaba de ser una dama
y se convertía en la fiera
que apagaba con sus besos mi llama
Intentaste descubrir, que era lo que me hacía sentir
indagaste y rompías en llanto, no te quería mentir
más tus desplantes fueron demasiados frecuentes
que busque en otros brazos, lo que para ti no era elocuente
aun así, ella llevaba las de perder
pues por más que me llegara a querer
mi corazón no era suyo
solo mi cuerpo, del que hacía, lo que no hacia el tuyo
difícil situación en la que me dejaste
debido a tus silencios, a esa situación me empujaste
a ser un frágil caballero de la noche
que salía a compensar, lo que debía tener
y que, por tus silencios y mis miedos, no pudo ser
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por leernos