En medio de la nada, solo existe la soledad
y alunas veces esa soledad te deja con el sabor a derrota
y no por que tu seas un perdedor, sino porque al final del día, no tienes con quien compartir una sonrisa, una mirada o un "abrázame".
Porque a veces pensamos que es ´mas importante estar ocupado en algo para evitar esa soledad que nos pone de mal genio o de apagado.
Y evitamos afrontar el dolor, para no permitirnos sufrir o presentar una imagen de felicidad ante los demás, como si el parecer de ellos nos importara mas que el bienestar propio.
Asumir que necesitamos estar con alguien, no por costumbre, sino por necesidad de compartir con esa perdona aquello que vivimos, sentimos, ganamos o recibimos de la vida.
Cuando aceptamos que esa parte de nosotros no está cubierta, allí pasamos a otro nivel, el de la paz interior y la felicidad compartida.
Pues vivir solo por aparentar y vivir entre luces que algún momento nos pueden llegar a cegar y desviarnos del camino.
Cuando eso suceda dejaremos de ser nosotros para convertirnos en lo que los demás quieren o desean.
y si permitimos que otros nos digan como vivir nuestra felicidad, siempre seremos esclavos del que dirán y del que te parece.
Nada es circunstancial ni sucede por cosas de la vida, todo tiene una causa y un efecto, y la mayoría de las veces depende de lo que dejemos de hacer por seguir patrones de conductas o comportamientos.
Que lo único que hacen es quitarnos esa capacidad de decisión que nos limita y nos hacemos dependientes de criterios ajenos y muchas veces nocivos.
Así tengamos de padecer al tomar una desicion, siempre debemos de estar prestos para que eso nos permita sentirnos libre y sin ataduras a costumbres, conceptos y criterios contrarios a los nuestros.
Si permitimos que ese sea nuestro trajinar por la vida, siempre seremos presa de las indecisiones y de la falta de carácter.
Si lo hacemos, no habrá felicidad que perdure, sino solo chispazos de espejismos disfrazados de momentos felices.